Nace Jesús y vienen los Reyes Magos repartiendo regalos y
sobretodo ilusión a los más pequeños de la casa, la Navidad ha hecho eco en las
familias llenándolas una vez más de solidaridad y comienza un nuevo año en el
que todos deseamos que por lo menos no empeore y que sigamos viviendo felices y
pedimos que si no tenemos trabajo que Dios nos regale una oportunidad porque la
vida laboral está complicada.
Es ocho de enero y hay que volver a la rutina de todos los
días, cada persona haciendo lo que no deja de hacer excepto en vacaciones y las
familias deseando que llegue fin de mes para cobrar un sueldo que bien que
cuesta la cuesta de enero… por eso la llamarán de esa forma.
Pues bien, para los cofrades comienza una etapa mágica, comienza
el sprint final para llegar a nuestra meta de todos los años, la Semana Santa.
Todos señalamos en el calendario que día es miércoles de ceniza porque ese día
marca la senda de la Semana Mayor, es la referencia de porqué celebramos la
Semana Santa, es la época de preparación para nuestra Estación de Penitencia.
Mientras llega esa fecha, los cofrades ya soñamos con nuestra Semana Santa, nos
imaginamos que estamos sumergidos ya en ella, que tenemos a nuestros Titulares
delante y que estamos por las calles manifestando nuestra fe; los costaleros,
tras un año de mono de costal, tenemos preparado nuestro costal, nuestra faja y
nuestras zapatillas para ir a ensayar cuando el capataz lo mande porque tenemos
ganas de partir la trabajadera en dos y estar con nuestros hermanos costaleros
otro año más; la Junta de Gobierno prepara el diseño del altar de cultos,
planifica las fechas de montajes y limpiezas; los capillitas andamos de Iglesia
a Iglesia como si andamos de aquí a Sevilla porque no nos cansamos ya que
deseamos abrir el pórtico y encontrarnos una nube de incienso que esconde a los
Titulares de cada Hermandad,…
Antes de comenzar la Cuaresma, llega nuestro Solemne Quinario,
“no he visto unos cultos tan espectaculares como este año”, suelo pensar cada
año, al ver a Cristo crucificado expirando en el Altar de San Pablo con su
Madre del Silencio mirando desde el suelo como si viese a su Hijo ya en el
Cielo. Es un trabajo que no vemos los Hermanos pero ya os digo que para montar
unos cultos hay que trabajar y sobretodo disfrutar trabajando y disfrutar de
las personas que tienes alrededor que de ellos hay que aprender para que
nosotros escribamos el futuro de la hermandad, sabiendo que lo que se hace es
para adorar a Cristo que nos salvó.
Cuando llega el Miércoles de Ceniza, nuestro corazón siente
algo inexplicable totalmente distinto a cualquier día del año, nos convertimos
en polvo para renovar la creencia en el Evangelio y estar durante cuarenta días
preparándonos para nuestra Estación de Penitencia. Estos días son convivencia
en la Hermandad, fechas de reparto de papeletas de sitio, “¿me quedará la
túnica bien este año?”, “Le voy a decir este año al Diputado que a ver si me
pone más pegado al Cristo”, “¿Hay algún incensario libre este año?”, todo esto
son frases típicas que decimos y
escuchamos entre los cofrades y que forma parte de nuestro vocabulario cofrade.
Cuando apenas faltan dos semanas para Semana Santa, nuestra
sede canónica se prepara para lo más solemne que se puede celebrar en esta
ciudad, nuestro Vía Crucis con el Santísimo Cristo de la Expiración. Las naves
de San Pablo se visten de negro para que la luz de los cirios tinieblas y el
humo de los altares llamado incienso iluminen y consagren a Cristo en sus
Sagrados Misterios. Suena la campana, el pertiguero llama la atención de los
acólitos y estos con su antorcha plateada señalando al cielo guían a Jesús que
expira bajo la mirada de su Madre del Rosario que está desde su palio esperando
el Viernes Santo.
Llega el Viernes Santo, y voy a San Pablo con mi túnica
nazarena por el camino más corto y sin hablar, pues la Estación de Penitencia
comienza cuando se sale de la casa, llego a San Pablo y veo los dos pasos
empotrados enfrente de la puerta principal de San Pablo y veo la luz del sol
que entra por el rosetón iluminando a nuestros Titulares como si bajase Dios
pidiendo ¡“Sal a la calle, que Córdoba te espera!”. Los costaleros se fajan y
se ponen el costal reunidos en el Salón de los Padres Claretianos, vistiéndose
como si fuesen toreros que ven la Puerta de los Califas antes que el toro, y
concentrándose bajo un murmullo de intriga y ganas de ser los pies de Cristo y
de Nuestra Señora del Rosario. Durante la Estación de Penitencia, cada uno vive
su Penitencia, en su más íntimo corazón, en la mente de cada uno solo reside
silencio y el rezo espiritual junto con el Rosario que nos acompaña de la mano…
Somos el silencio de Córdoba…Expirando en tu Rosario.
Juan Moreno Guerra
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