lunes, 18 de abril de 2011

La espera finalizada

Después de más de un año esperando para que llegase este día en el que ha pasado, el verano, otoño, Navidad, cultos, Vía-Crucis, Miércoles de Ceniza, el pregón de Estefanía y el de Luis Miranda, y tantas actividades más que se han realizado, es decir una larga espera, para que justo el día de antes no poder ni siquiera dormir del nerviosismo acumulado.
Los primeros rayos de luz de la mañana del Domingo de Ramos iluminaba a una Córdoba, que se vestiría de gala en esa mañana, para recibir con los brazos abiertos a Ntro. Padre Jesús en su Entrada Triunfal, para que lo recibiéramos con vítores y aplausos, como él fue recibido hace 2000 años, en Jerusalén. La corporación avanzaba con un largo cortejo de niños hebreos que anunciaban a Córdoba que ya era Domingo de Ramos y que la Borriquita estaba en la calle. La hermandad cumplía su horario previsto a la hora de llegar por primera vez al giro de Conde y Luque y Deanes donde una multitud espectante se agolpaba allí y en sus alrededores sobre todo en la zona catedralicia. Poder disfrutar de la Borriquita en ese giro era un privilegio destinado para muy pocos y disfrutar de la mirada de Nuestra Madre de la Palma a sones de la marcha Rocío, para ya encarase dirección catedral.
Un barrio que apoye a su hermandad es lo deseado por todas las cofradías, eso quedo reflejado a las tres de la tarde en la cofradía del Cerro que avanzaba al compás de la música por Beato Henares. El Sol radiante iluminaba a cada nazareno del Amor, cortejo que anunciaba que se acercaba el Silencio representado en el Señor ante Herodes, que avanzaba a granadera por su barrio para llegar a la recién inaugurada Puerta del Puente. Le seguía Jesús en el calvario muerto en la cruz derrochando amor a su devotos y acompañado además de por un barrio, por su madre y su querido apóstol, San Juan. En la lejanía se acercaba María  Santísima de la Encarnación que bajo sus senos llevaba a las hermanas costaleras, que andaban sobre una lluvia de pétalos lanzados por el fervor del barrio del Cerro.
San Andrés fue mi siguiente destino, en una plaza abarrotada de gente esperando las seis, para que las puertas de la Parroquia de San Andrés fueran abiertas, y el pueblo cordobés pudiera disfrutar de sus sagrados titulares. Mientras que la Cruz de Guía avanzaba, los sones de la marcha Saeta, tocados por Pasión de Linares, anunciaban que el Señor de los Gitanos ya estaba en la calle. Mientras que avanzaba a ritmos de costeros e izquierdos por la calle, la incontable cantidad de nazarenos avanzaba hacía San Pablo, cuando el palio de la Esperanza ya se asomaba por el pórtico de San Andrés, en el momento en el que su banda tocaba el Himno Nacional para después seguir con Esperanza Cordobesa.
Ya me dirigía en busca del Rescatado que avanzaba por el castizo barrio de San Agustín, me acomode en una parte de la calle Juan Rufo para ver el cortejo de la hermandad anunciado por la Banda de Cornetas y Tambores Brimz "La Reina". Avanzaba por la calle que bien se parece a Deanes, pero que espero que algún día no se parezca sino que lo sea. El palio de la Amargura se veía a lo lejos avanzado con solemnidad y seguido de un cuerpo de Mantillas, militares y como no penitentes. El cortejo seguía su camino buscando la calle Alfaros, pero antes de irme tenía que esperar a ver en su trono al Señor de Córdoba, al Cristo de Medinaceli, que ha venido a redimir nuestro pecados y acompañado del fervor del pueblo cordobés.
Mi destino ahora era Cardenal de González, para poder disfrutar desde un balcón al Moreno de Santiago, el cristo más antiguo de Córdoba, volviendo ya a su barrio después de haber pasado por pasado por el Santísimo, y haber atravesado la Carrera Oficial, volviendo a su barrio de Santiago donde el gentío lo arropa. Ya empezaba a girar y entrar en la calle el Palio de la Concepción con su impetuoso andar, dejaba maravillado al que lo veía, con sus costaleros deseosos de volver a su barrio donde poder recrearse el máximo posible.
Al terminar el cortejo fui a buscar a la Hermandad del Huerto. En los aledaños de la Catedral me tope con la Cruz de Guía y busque un sitio para poder disfrutar de como Jesús sufre en Getsemani y aparta el cáliz que le ofrece el ángel de él, un sufrimiento representado en tan bella imagen. El voluminoso paso del Amarrado se acercaba ya por Deanes para llegar a la Puerta del Perdón. Paso en el que Jesús es fustigado y aguanta un castigo al que fue injustamente acusado. Después se acerca la maravillosa imagen de la Candelaria de la que me sentí atraído y de la que veía como andaba y notaba como se iba y yo me lamentaba de no poder mirarla un poco más, de disfrutar de ella.


Juan José Primo Maldonado   

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